TACONEANDO
Se llama Belenuki.
No conozco mucho más de ella. La encontré por purísima casualidad esta mañana, cansado de leer miseria ajena en los expedientes que me viajan entre las manos, en el periódico Hoy, en un concurso que viene a ser como la mejor instantánea del verano o algo así. No hay mucho más de ella. Acaso que taconea serena frente a un mar desconocido y que alguien cómplice más o menos la retrata, mientras distraída, suspira en la lejanía de ese mar familiar para ella y desconocido para mí. Debe ser paisana, o al menos eso me gustaría creer; que suspira así por haber nacido en tierra de barro, muy adentro, y haberse visto privada del olor a salitre, como me encojo yo cada vez que me acerco a una orilla, la que sea, y veo azul y barcos y me roza la piel un sol que huele a sal. No conozco más de ella, como he comentado, ni falta que me hace, porque mientras Belenuki me regala el momento yo la imagino. Imagino que es mi mar de Cai. Que sus playas son mis playas, que está comenzando a caerse el sol y que ella no es quien dice ser sino quien yo quiero que sea. Que los vientos que azotan por allí no la maltratan, que sólo le acarician el hermoso vestido negro. Que en realidad no está regalando una bulería a la espuma, que se gira porque me ve llegar trasegando la arena y sólo me espera para cogerme de la cintura y perturbar todo lo que podamos, si nos dejan, la tranquilidad de los vientos.
Así están las cosas. No os preocupéis, que el agradabilísimo timbre de mi teléfono me despierta de la fantasía y me devuelve a la inmensidad de mi despacho. Agila, chaval. "Sí, yo he solicitado ese informe". Vale, ya sé que Belenuki no es ella y probablemente esa no sea costa de vientos turbadores ni yo tenga una miaja de reloj este verano para acercarme por allí, pues vivo en una cuenta atrás constante. Pero me gustó el momento. Me sentí con ganas de cagarme en mi puta vida por haberme llevado tan lejos de la frontera de sal y mandarla a tomar por culo, más lejos todavía. Será que voy necesitando unas vacaciones y que, cuando por fin las disfrute, no habrá merecido la pena mantenerse firme. Será que me van pesando los días como si de verdad los estuviera viviendo.
Lejos está lo que ando buscando. Pero Belenuki y su cómplice, sin intención me lo han acercado unos segundos...bendito tiempo. Por eso, gracias. Que ganéis ese dichoso concurso.
Juan Antonio.
No conozco mucho más de ella. La encontré por purísima casualidad esta mañana, cansado de leer miseria ajena en los expedientes que me viajan entre las manos, en el periódico Hoy, en un concurso que viene a ser como la mejor instantánea del verano o algo así. No hay mucho más de ella. Acaso que taconea serena frente a un mar desconocido y que alguien cómplice más o menos la retrata, mientras distraída, suspira en la lejanía de ese mar familiar para ella y desconocido para mí. Debe ser paisana, o al menos eso me gustaría creer; que suspira así por haber nacido en tierra de barro, muy adentro, y haberse visto privada del olor a salitre, como me encojo yo cada vez que me acerco a una orilla, la que sea, y veo azul y barcos y me roza la piel un sol que huele a sal. No conozco más de ella, como he comentado, ni falta que me hace, porque mientras Belenuki me regala el momento yo la imagino. Imagino que es mi mar de Cai. Que sus playas son mis playas, que está comenzando a caerse el sol y que ella no es quien dice ser sino quien yo quiero que sea. Que los vientos que azotan por allí no la maltratan, que sólo le acarician el hermoso vestido negro. Que en realidad no está regalando una bulería a la espuma, que se gira porque me ve llegar trasegando la arena y sólo me espera para cogerme de la cintura y perturbar todo lo que podamos, si nos dejan, la tranquilidad de los vientos.
Así están las cosas. No os preocupéis, que el agradabilísimo timbre de mi teléfono me despierta de la fantasía y me devuelve a la inmensidad de mi despacho. Agila, chaval. "Sí, yo he solicitado ese informe". Vale, ya sé que Belenuki no es ella y probablemente esa no sea costa de vientos turbadores ni yo tenga una miaja de reloj este verano para acercarme por allí, pues vivo en una cuenta atrás constante. Pero me gustó el momento. Me sentí con ganas de cagarme en mi puta vida por haberme llevado tan lejos de la frontera de sal y mandarla a tomar por culo, más lejos todavía. Será que voy necesitando unas vacaciones y que, cuando por fin las disfrute, no habrá merecido la pena mantenerse firme. Será que me van pesando los días como si de verdad los estuviera viviendo.
Lejos está lo que ando buscando. Pero Belenuki y su cómplice, sin intención me lo han acercado unos segundos...bendito tiempo. Por eso, gracias. Que ganéis ese dichoso concurso.
Juan Antonio.
1 Comments:
Buenos dias, enhorabuena,que ojo mas clínico tienes macho, primer premio foto del verano. Un beso J.A.
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